Viaje por Italia (14) per A. de Azcárraga

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"Otro dia, paseando por el Corso, fui a detenerme por azar ante la bella fachada rococo del palacio Doria, donde se halla instalada la Galeria Doria Pamphili. Tiene una buena coleccion de pirntura renacentista y barroca y, caso unico entre los museos que visité, sus cuadros --como los del museo de Valencia -- no tienen placa alguna indicadora del autor, sino tan solo un numero. Con tan bonito sistema, el visitante que quiere saber la paternidad de los lienzos, se ve obligado a adquirir el catalogo que alli mismo venden, no sé si bueno, pero bastante caro.  Yo no lo compré, pues lo que verdaderamente me interesaba de la galeria era un par de retratos.

Uno, el que Sebastian del Piombo hizo del marino genovés Andrea Doria; y mas que por la pintura en si, excelente sin duda, por conocer la fisonomia del almirante en cuya galeria perdio su brazo nuestro inmortal donn Miguel.

El otro era un retrato que hizo Velazquez a un papa de la familia Pamphili, Inocencio X, y que, naturalmente, es la obra cumbre de la galeria. Es la pintura que van a buscar todos los visitantes, pues, en el breve rato que alli estuve, oi repetidas veces como el ujier de la puerta decia a los que entraban, aun sin esperar a que preguntasen:

---Velazquez, in fondo a sinistra.

El cuadro esta solo en una especie de alcoba, no tan grande como la de Las Meninas en el Prado ni tan pequeña comola de su autorretrato en el museo de Valencia.

Este retrato de Inocencio X posee un vigor expresivo y una potencia de color impresionantes. Casi todo en él es rojo: la muceta, el birrete, el tapizado del sillon, la cortina del fondo, la carnacion apopletica del rostro papal...

Tal vez pensaba Velazquez, al pintarlo, en el retrato que Rafael hizo al Papa Leon X o, mas todavia, en el Tiziano hizo a Paulo III, ambos en una sinfonia de rojos y carmines. Pero supero a los dos rotundamente. Hay en el retrato velazqueño una fuerza, una captacion de vida que asombran. Inocencio X se nos enfrenta alli con una presencia apabullante, clava sobre nosotros su mirada recelosa y nos examina friamente, con gesto de pocos amigos.

Solo un artista español, interesado sobre todo por el hombre de carne y hueso, podia ser tan cruelmente objetivo con el semblante de un pontifice. Centan que Inocencio X, cuando Velazquez termino su implacable retrato, se quedo contemplandolo con la misma torva mirada que alli le habia y refunfuño:

---Troppo vero...

Para pintar asi se necesita, por supuesto, mucho genio; pero ademas, una vena de primitivismo, todo lo escondida que se quiera, pero existente y real. Francia, pais supercivilizado, no podia dar esta clase de pintura. Italia, siempre preocupada por la bellezza, tampoco, ni aun contando con Caravaggio. Y menos inglaterra, cuya escuela de pintura fue puro romanticismo aristocratico. Alemania, de ser mas artista, tal vez hubiera podido aproximarse a esa sinceridad; pero como no lo es, cuando ha  pretendido ser sincera ha caido siempre, poco o mucho en lo prolijo, lo exptremoso o lo brutal.

Tan solo España, y en cierto grado Holanda, han podido engendrar retratos de esta clase.

Pero ningun pintor ha logrado pintarlos mas veridicos, mas existentes que Velazquez. Antes que él, los artistas ---Caravaggio también --- trataban de pintar la materialidad de los seres, la rotundidad de sus volumenes. Velazquez fue el primero que empezo a pintar solo su apariencia, esto es, las manchas de color que de ellos arranca la luz que los hiere y contornea. Pero como esto es precisamente lo que percibe nuestra retinac---lo demas es lo que sabemos, no lo que vemos---, resulta que esa apariencia coloreada es, para nosotros, su modo de existir visualmente, la realidad optica. Y asi, representando a los seres en sus lienzos con un polco coloreado que se desintegra al aproximarnos como el color de la mariposa en nuestros dedos; pintando de un modo que en su tiempo y aun hoy juzgan algunos irreal. Velazquez fue,, justamente por ello, el pintor mas realista del mundo.

Palomino decia que el retrato de Inocencio X era el pasmo y milagro de Roma: el pintor inglés Reynolds y otro escritor francés Maupassant, su unico cuadro bueno; el filosofo aleman Schopenhauer veia en el "la majestad de la tierra"... Podria alargar la lista de ditirambos y reflexiones; pero basta. Nuestro buen don Diego dejo en su cuadro todo un tratado de humanidad y arte; tann extenso, que nunca lo acabaremos de leer.

(sigue)